- ¿Hacia dónde se dirigen, señoritas? - Nos preguntó Jeremy, con un acento francés bastante logrado.
- ¿A dónde va a ser, Jemy? ¡A Navi’s! - Le dije burlonamente.
- Entonces, siguiente parada... NAVI’S - Constató con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿A dónde vas tú? - Le preguntó Maddy a su hermano, curiosa.
- Desgraciadamente para ti, al mismo sitio que vosotras, por lo que te estaré vigilando, hermanita. - Contestó Jeremy, girando la cabeza para mirar a Maddy.
- Pues vaya tostón, nos toca tener a los dos hermanos mayores en la misma fiesta que nosotras. - Dije con fingido fastidio.
En realidad no me importaba que vinieran, solía juntarme con ellos y bromear con Jeremy más que con mis amigos.
El coche se dirigió a toda velocidad hacia Navi’s, de modo que, quince minutos después, bajamos y nos metimos en la discoteca.
- Entradas, por favor. - Pidió el gigante de la puerta. Con guardias así, daba miedo intentar colarse en una discoteca, de modo que habíamos comprado las entradas con antelación y se las entregamos.
- Muy bien, adelante. - Dijo.
Atravesamos la gran puerta de entrada y miré a mi alrededor. Estaba lleno de gente. Divisé a nuestros amigos al lado de la barra.
- Ahí están Tanya, Alexa, Robin, Amely, John y Mark, vamos. - Avisé a Maddy, mientras la cogía del brazo y tiraba de ella hasta que llegamos a donde se encontraban nuestros amigos.
- ¡Hola, chicos! - Dijo Maddy con alegría, mientras les daba dos besos a cada uno.
- Hola. - Saludé yo, con una enorme sonrisa, y me acerqué e hice lo mismo que Maddy.
- Hacía mucho que no te veía, Kate. - Dijo Amely con tristeza. Era una de mis mejores amigas, aunque no tanto como Maddy.
- He estado muy liada, lo siento, suspendí matemáticas y es la primera vez que me dejan salir desde entonces y sólo porque es nochevieja. - Dije con pena.
- Bueno, no pasa nada, ya te dejarán, tú tranquila. - Me animó Robin, mientras cogía a Amely por la cintura.
Amely y Robin eran novios. Llevaban juntos cuatro meses, se querían muchísimo, y eso era algo que se veía.
Estuvimos un rato charlando de nuestras cosas y después decidimos ir a bailar. La sorpresa llegó cuando, después de haber bailado con John, escuché una voz muy familiar a mis espaldas:
- ¿Te importaría bailar conmigo una canción?
- Claro, Jemy. ¿Con quién has apostado? - Me había sorprendido que Jeremy quisiera bailar conmigo, ya que sólo me hablaba para burlarse de mí o para bromear y reírse un rato conmigo, por lo que supuse que había apostado algo a que era capaz de pedirme un baile.
- ¿Qué dices? No he apostado nada con nadie, Kate... Es solo que, bueno, me apetece bailar contigo... ¿Te importa? - Preguntó él. Jamás lo había visto tan tímido, así que acepté.
- Claro, pero intenta no hacerme quedar mal ni gastarme ninguna broma... - Le dije, sonriendo.
- Te prometo que no lo haré.
Me gustaba ese nuevo Jeremy... Si no me había enamorado antes de él era porque, independientemente de lo guapo que era, me trataba como a una hermana y yo había aprendido a verle así, sin embargo, ese Jeremy desconocido, tímido y amable que tenía en frente me atraía de una manera increíble.
Justo en ese momento, el DJ puso una canción lenta, de esas de bailar agarrados, ideal para parejas, y mi corazón aceleró de tal manera que creí que se me saldría del pecho.
Quería bailarla con Jeremy, quería abrazarle, estar con él... quería besarle.
Nos miramos, ambos sin saber muy bien qué hacer, hasta que él puso su mano en mi cintura y me atrajo hacia sí, entonces comenzamos a movernos, al ritmo de la música, lentamente.
La canción nos envolvió, y, para mí, el resto de la discoteca desapareció, y solo nos quedamos él y yo, bailando con la música de fondo.
Le miré a la cara y vi que sonreía.
- ¿Ocurre algo? - Le pregunté, mientras se dibujaba una sonrisa en mi cara.
- Maddy nos está mirando. - Dijo, al parecer, esa sensación de que estábamos solos los dos solamente la tuve yo.
- ¿Y qué importa eso? - Pregunté.
- Nada, no importa nada. - Contestó él. - Estás muy guapa.
Justo cuando dijo eso noté como me ruborizaba, miré hacia abajo pero él separó una de sus manos de mi cintura y me alzó la cabeza.
- Gracias. - Conseguí articular, todavía sin mirarle a los ojos.
- Eh, tampoco hace falta que te pongas así. - Dijo, y una dulce risa se le escapó.
Nuestras cabezas se fueron acercando poco a poco, hasta que nuestros labios llegaron casi a rozarse. Creí que me besaría, pero no fue así, justo en el momento en el que se acababa la canción me dijo:
- Hablé con Maddy, me dijo que tú veías esto como una relación de hermanos, así que supongo que si te beso ahora estaría fuera de lugar, ¿verdad?
- Quizá, no estoy segura... Si te soy sincera, ahora mismo ni siquiera estoy segura de lo que siento. - Respondí tímidamente, aunque había algo en mi interior que deseaba con fuerza que lo hiciera, que me besara sin más, pero el orgullo pudo con mi corazón y me callé todo lo que éste decía.
- Cuando quieras podemos volver a bailar juntos, ha estado bien. - Añadió Jeremy, me soltó la cintura, se dio la vuelta y regresó con sus amigos, entre los cuales estaba Will.
Me quedé en medio de la pista, confusa y con las ideas desordenadas, mientras recapacitaba y pensaba en todo lo que acababa de pasar. No me di cuenta del chico que me estaba mirando hasta una hora después, mientras pedía una Coca-Cola en la barra, aún confusa por el baile con Jeremy.
- Una Coca-Cola, por favor. - Pedí al camarero.
- En seguida. - Contestó el hombre, amablemente.
Me senté en un taburete mientras esperaba mi bebida, cuando, de repente, vi al mismo chico con el que me había chocado en el ascensor, mirándome fijamente, con aquella fría e inquietante sonrisa que había visto tres veces en aquella noche de fin de año. El impacto que sentí al verle fue tal que me caí del taburete. Vaya cara de susto debía tener, ya que todos los que estaban a mi alrededor volvieron la vista hacia donde yo miraba para descubrir qué era aquello que me había asustado tanto.
Jeremy me vio y corrió hacia donde me encontraba, Will no se dio cuenta, ya que estaba bailando con una chica muy guapa.
- ¿Estás bien? Menuda caída. - Dijo, mientras me ayudaba a levantarme. - ¿Has bebido? - Me preguntó.
- No, Jeremy, sabes que no bebo. - Dije, con un temblor en la voz tan fuerte que lo notó en seguida.
- ¿Qué pasa? Dímelo, Kate. - Me suplicó, su voz dejaba ver que estaba preocupado.
- Nada, no ha sido nada. - Dije, mirando hacia donde había estado el chico, pocos segundos atrás. Se había esfumado. - Creí haber visto a alguien.
- ¿Quieres que te lleve a casa? - Me ofreció amablemente.
- Sí, por favor.
- Tranquila, espera aquí, voy a avisar a Maddy, ¿vale? - Su voz sonó dulce y preocupada. Asentí.
Jeremy se levantó de mi lado, fue a buscar a su hermana, que estaba a escasos metros de nosotros, aunque no se había dado cuenta de lo que me había pasado, debido a que había estado todo el rato mirando a Will y a su acompañante con envidia, y hablaron durante dos minutos. Pude ver como la cara de Maddy cambiaba, a raíz de lo que su hermano le contaba, de alegría a preocupación, y después a alivio, mientras dirigía nerviosas miradas hacia mí.
Jeremy volvió hasta donde estaba. Había conseguido levantarme del suelo y lo esperaba de pie al lado de la barra.
- ¿Vamos? Maddy se queda un poco más, luego volveré a por ella. - Me explicó, y me pasó un brazo por el hombro.
Nos dirigimos al coche y me senté en el asiento del copiloto, no hable, durante todo el camino me mantuve callada y mirando por la ventana. Al llegar a la puerta de mi casa, Jeremy me miró, serio.
- Oye, siento lo de antes, no era mi intención que acabáramos así. - Se disculpó, creyendo que no le hablaba por lo del baile.
- No es culpa tuya que esté así, Jeremy. Me lo he pasado genial bailando contigo, me ha gustado mucho. - Le dije, esta vez mirándole a los ojos.
- ¿En serio? Y si no es por eso, ¿por qué no me has dirigido la palabra desde entonces? - Me preguntó.
Dudé entre si contárselo o no. Jeremy era muy bromista, pero era una persona de fiar y sabía guardar secretos.
- Si te lo cuento, ¿prometes no decírselo a nadie? Ni siquiera a Maddy. - Le pedí.
- Claro, tampoco a Maddy. - Me sonrió extrañado, pero aún así dulcemente, como llevaba haciendo toda la noche.
- ¿Recuerdas al chico que salió del ascensor cuando íbamos a bajar? - Le pregunté.
- Bueno, no recuerdo su cara, pero me acuerdo de que bajó un chico. - Me contestó, perplejo.
- Quizá solo sean cosas mías, pero lleva siguiéndome toda la tarde... Tengo miedo, Jeremy. - Le dije, mientras se me saltaba una lágrima.
- Eh, no llores, anda. - Me abrazó. - Seguro que es todo un mal entendido, nadie querría hacerte daño.
- Jemy. - Le llamé.
- ¿Sí?
- El baile... ¿por qué quisiste bailar conmigo?
- Bueno... yo... - Titubeó.
Se quedó pensando por un momento, no sabía qué contestar. Le miré a los ojos y pude ver como estos se iluminaban antes de que acercara su cara a la mía y me besara con ternura. Por fin. Pensé. En ese instante, todos mis temores se esfumaron. Me sentí feliz, tranquila y segura. El beso fue corto, porque él no estaba seguro de lo que yo sentía. Se separó despacio y me miró inquisitivamente, entonces, la única respuesta que se me ocurrió fue devolverle el beso. Esa vez sí fue largo. Me acarició el pelo mientras me besaba con una dulzura increíble. Le pasé los brazos por el cuello y seguí besándole durante un tiempo que me pareció interminable. Fue precioso.
Finalmente nos separamos. Yo desvié la mirada hacia abajo, pero la levanté rápidamente, quería ver su reacción.
Sonreía. Abrió los labios, como para decirme algo, pero luego los volvió a cerrar, como si se hubiera arrepentido. Después los volvió a abrir y esta vez sí habló:
- Kate, no tengas miedo, ¿vale? Si resulta que ese tío quiere hacerte algo tendrá que hacerlo por encima de mi cadáver. Voy a estar siempre ahí para lo que necesites y cuidaré de ti. No voy a dejar que te hagan daño.
- Gracias, Jeremy. - Le contesté, con la voz entrecortada. Sin embargo la respuesta le pareció corta y, para quitar toda posibilidad de duda acerca de lo que sentía por mí, me volvió a besar, aunque esta vez fue un beso fugaz, pero igualmente cariñoso.
- Vete a dormir, pequeña. - Me dijo, y su mano acarició mi mejilla, aún húmeda por las lágrimas. - ¿Te acompaño hasta la puerta?
Asentí. Salimos ambos del coche y nos dirigimos al portón. Abrí el bolso para coger las llaves, pero no las encontré por ningún lado.
- No están. - Dije.
- ¿Qué? - Preguntó él, sin entender.
- Mis llaves, no están. - Dije, de nuevo mi rostro volvió a reflejar el miedo que sentía. - Me las ha robado.
- ¿Estás segura, Kate? Quizá no has mirado bien. - Me contestó.
- Jeremy, no están. - Mi voz comenzó a temblar de nuevo. - Te dije que ese chico iba a por mí, te lo dije. - Me eché a llorar. Sentía tanto miedo que ni siquiera el abrazo de Jeremy consiguió calmarme. - Ahora puede entrar en mi casa cuando quiera, quién sabe si no lo ha hecho ya.
- No te preocupes, vamos a despertar a tus padres, los avisamos y os venís todos a dormir a mi casa. He dicho que no iba a dejar que te pasara nada, y eso incluye a tu familia.
- Eres un cielo, Jeremy. - Le dije, secándome las lágrimas y dándole un rápido beso en los labios.
- Venga, vamos.
Subimos por el ascensor, mientras yo rezaba porque aquel indeseado intruso no hubiera llegado aún a mi casa. Pasamos el primer piso, mi corazón empezó a acelerar; pasamos el segundo, aceleró aún más; el tercero, comencé a temblar de lo nerviosa que estaba, ¿Y si ha entrado? Ojalá todos estén bien, recé; pasamos el cuarto piso, miré a Jeremy, asustada, deseando que todo fuesen imaginaciones mías y hubiese olvidado coger las llaves al salir a toda prisa de casa, aunque recordaba perfectamente que las había cogido; el quinto piso, tuve la sensación de que el tiempo se paraba, de que jamás llegaríamos al sexto, de que nunca sabría si mi familia estaba bien. Me repetí millones de veces a mí misma que todo era cosa mía, que aquel chico, que cada vez que me veía me dedicaba una torcida e inquietante sonrisa y me había encontrado tres veces esa noche no fuera más que un chico normal que se acordaba de mí tras el incidente en el ascensor; deseaba con todas mis fuerzas que todo fuese producto de mi imaginación.
Sexto piso.