viernes, 3 de febrero de 2012

CAPÍTULO 4

- Mamá, Kate y yo vamos un momento a mi habitación, tenemos que hablar. - Dijo Jeremy, con toda naturalidad.
Mi madre nos dirigió una profunda mirada de advertencia, sobre todo a Jeremy, antes de que Clarissa pudiera contestar:
- Está bien, pero Kate duerme con Maddy.
- ¿No me digas?  - Respondió Jeremy, irritado. Nadie le tomaba nunca por un chico serio, sino por un fiestero y un irresponsable, de modo que siempre esperaban lo peor de él, o, simplemente, lo más inoportuno.
Nos dirigimos a su habitación y cerró la puerta. Yo ya suponía por qué estábamos allí, y estaba completamente segura de que no era, para nada, lo que nuestras madres habían malpensado en  un principio.
- ¿Qué quieres, Jemy? - Le dije, ladeando la cabeza con curiosidad.
- Sólo saber cómo estás. - Dijo, mientras se sentaba a mi lado en la cama.
- Bien, pero todo es gracias a ti. - Le contesté, mirándole con cariño.
- No exageres. - Se ruborizó. - Yo he hecho lo que habría hecho cualquiera.
Su reacción hizo que me entrara la risa, parecía un niño pequeño al que, al enseñar su dibujo, le hubieran llenado de piropos y cumplidos.
- ¿Por qué te ríes? - Preguntó, molesto. - Kate, no me digas que tú tampoco me tomas en serio, por favor. - Me suplicó. - Me molesta mucho que todos me tomen por un irresponsable y un incosciente, ¿sabes? Yo no soy así.
- No me río por eso, sabes que yo no te veo así. - Le dije. Creo que necesita que lo animen un poco y le suban la autoestima. Pensé. - Jeremy... Eres un chico genial, considerado, amable y haces lo que puedes y más por ayudar a la gente que te necesita. Y... bueno, yo no te considero un ‘‘inconsciente’’. - Le dije, formando unas comillas con los dedos. - Y eres guapo... Guapísimo... - Admití, ruborizándome yo, esta vez.
- Y tú eres un cielo. - Sonrió, y me besó en la frente.


Fuimos al salón y me acurruqué en el sofá, al lado de Jeremy y con Emily encima. El salón era grande, tenía muchas ventanas y una puerta que daba a un largo pasillo donde se encontraban las habitaciones y el despacho. En el salón, dos sofás formaban un ángulo recto de modo que desde ambos se pudiera ver la televisión con claridad, y, entre ambos sofás, una mesita de café color caoba que hacía juego con el resto de muebles.
Pasaron quince minutos hasta que llegaron Maddy y Will. Nada más entrar, Maddy y yo nos fuimos a su habitación y Jeremy y Will, a la del primero. Mis padres fueron al cuarto de invitados y Clarissa se fue a su habitación.
- Kate... - Susurró Maddy en la oscuridad. - ¿Estás despierta?
- Sí, tengo la impresión de que no dormiré en meses. - Dije con fastidio.
- Oye, a mí me parece muy bien que bailes con Jeremy y que os sentéis juntos en mi sofá, con tu cabeza sobre su hombro y tal, pero... ¿no hay nada que me tengas que contar? - Me dijo ella, muy seria.
- La verdad es que sí, Maddy. El baile... yo... uff, no sé cómo empezar. - Dije, empezando a ponerme nerviosa.
- Kate, ¿os besasteis? - Dijo ella, yendo directa al grano.
- Sí. - Admití.
- Joder...
- ¿Qué? - Le pregunté, sin llegar a comprender su reacción.
- No sé, es que lo hablamos antes y me juraste que no había nada, Kate, no te gustaba Jeremy... Esta tarde lo veías como a un hermano mayor y de repente, en tan solo unas horas... - Maddy parecía insegura, aunque lo que más se le notaba era lo impresionada que estaba... Se veía claro que jamás habría esperado esto.
- Lo sé, pero durante el baile me pareció otro completamente distinto y me gustó... mucho. Maddy, yo estoy tan sorprendida como tú... Pero me gusta estar con él...
- Ya, me he dado cuenta. - Dijo. Su tono de voz daba a entender que estaba sonriendo. - Y a él le gusta estar contigo... No le hagas daño, ¿vale? - Añadió con suavidad.
- No te preocupes, Maddy. - Le dije. Y sonreí ante la buena reacción de mi mejor amiga de que saliera con su hermano.
- Buenas noches. - Me deseó Maddy.
- Buenas noches.

Toc, toc, toc, toc.
Me giré en la cama y bostecé. Me había parecido oír pasos, pero supuse que había sido producto de mi imaginación.
Toc, toc, toc, toc.
De nuevo esos pasos. Me alarmé y me senté en la cama de inmediato.
- Maddy... Maddy... ¡Maddy! - La llamé, hasta que, finalmente, tuve que zarandearla del brazo. - Maddy, estoy oyendo pasos. - Dije, con miedo.
- ¿Qué dices? Yo no oigo nada. - Dijo ella, somnolienta.
Toc, toc, toc.
- ¿Y ahora? No me digas que no has oído eso.
- Sí... Espero que sean los chicos. - Contestó Maddy con voz temblorosa.
- Vamos. - Le dije, y me levanté de la cama.

Fuimos pegadas a la pared y nos asomamos por la rendija de la puerta. No se veía a nadie. Entonces escuchamos el ruido de una puerta al cerrarse e, inmediatamente después, el de otra al abrirse.
- ¿Habéis sido vosotras? - Nos preguntó Will, inquieto.
- No, creíamos que erais vosotros. - Respondimos al unísono Maddy y yo.
- Pues los padres están durmiendo... Joder. - Maldijo Jeremy, mientras encendía algunas luces.
- ¿No creeréis que es...? - Dije, omitiendo la parte obvia.
- Quizá... No te preocupes, Kate. - Me tranquilizó Jeremy, pasándome el brazo por el hombro, mientras Will nos miraba, perplejo.
- Busquemos. - Dijo éste, sacudiendo la cabeza como si intentara borrar una imagen que no acabara de creerse.

lunes, 9 de enero de 2012

CAPÍTULO 3

Me apresuré a tocar el timbre de la puerta, nada más bajar del ascensor. Llamé insistentemente una y otra vez mientras temblaba e imaginaba las cosas terribles que aquel psicópata podía haberle hecho a mi familia. Estaba tan nerviosa que el corazón me dio un vuelco cuando la puerta se abrió y salió mi padre, enfadado y con cara de sueño, preguntado qué ocurría:
- Kate, ¿se puede saber qué estás haciendo? Son las cuatro de la mañana, ¿por qué llamas tanto? Has despertado a Emily. - Dijo, realmente enojado.
- Papá, me han robado las llaves de casa, un chico con quien me he encontrado tres veces hoy y siempre me sonreía, tengo miedo, pensé que había entrado a por vosotros. - Dije, casi llorando y con nerviosismo, mientras abrazaba a mi padre.
- ¿Qué estás diciendo, Kate? Un loco que te sigue, ¿no? Anda, métete en la cama, seguro que has olvidado las llaves dentro. - Dijo, quitándole importancia y mostrando fastidio.
Miré a Jeremy con desesperación. Mi padre parecía no entender, no me tomaba en serio, a pesar de que mis lágrimas le instaban a hacerlo. Estaba asustada. Dirigí de nuevo la mirada hacia mi padre:
- Que no, papá. Lo he visto tres veces hoy y siempre sonreía de una forma que daba miedo y recuerdo perfectamente cuándo cogí las llaves de casa y las metí dentro de mi bolso después de cerrar la puerta al salir. - Seguí insistiendo.
- Kate, ¿estás segura? Bueno, mira, mañana cambiaremos la cerradura, por lo pronto, hoy, dormiremos con el pestillo echado y ya está. - Dijo él, aún sin tomarme del todo en serio. - No sería la primera vez que pierdes unas llaves, cielo. - Concluyó, esta vez más tranquilo.
La verdad era que ya había perdido las llaves de casa en otra ocasión, pero esas eran las llaves de la casa de campo, que se me cayeron al bidé una vez que dejé los vaqueros encima para irme a la ducha, en casa de mi abuela. Finalmente, ella las encontró, pero yo las había dado por perdidas.
- Papá, no me tomas en serio. - Le dije, frunciendo el ceño, cabreada y ofendida. - Llevo todo el camino preocupada por si os había pasado algo y, vengo aquí, y no me crees. Ese chico me ha robado las llaves, estoy segura. - Grité, enfadada.
- Papá, ¿qué pasa? - Sonó una vocecilla detrás de mi padre.
Emily se había levantado de la cama y había salido al pasillo para ver de dónde provenía tanto grito.
- No pasa nada, Emily, vuélvete a la cama. - Le dijo mi padre, tranquilizador.
- Sí que pasa, señor Evans. Kate tiene razón, he estado con ella toda la noche y una de las veces en las que vio al chico estaba yo delante y vi la sonrisa que dice. No se lo está inventando, ese chico no es normal. - Dijo Jeremy, sorprendiéndonos a todos con su intervención.
- ¿De verdad, Jeremy? - Preguntó mi padre, perplejo.
- Claro, ¿por qué iba Kate a mentir sobre esto? Es algo serio, no es para bromear. Deberíais venir a mi casa a dormir, es más seguro. - Contestó Jeremy, mientras me miraba, preocupado.
Mi padre frunció el ceño y dijo:
- Esperad, voy a avisar a Scarlett.
Se giró y cogió a Emily en brazos mientras se dirigía a la habitación de matrimonio.
Miré a Jeremy. Sus ojos pardos mostraban una expresión inquieta y se mordía el labio inferior con nerviosismo.
Me acerqué a él y le rodeé la cintura con los brazos, mientras apoyaba la cabeza en su pecho. Él respondió a mi abrazo y me apretó con fuerza, advirtiendo que yo estaba temblando.
- Todo saldrá bien. - Susurró.
- Gracias. - Le dije con sinceridad.
Me separé de él y le miré a los ojos. Aún me despertaba curiosidad ese nuevo Jeremy, tan atractivo como protector, que había visto esa noche por primera vez.
Esperamos en la puerta hasta que mi madre salió, después de habérselo explicado todo mi padre, y subimos en el coche de Jeremy.
Mientras él conducía, yo llamé a Clarissa para avisarla de que íbamos, tras disculparme por haberla despertado a esas horas y, posteriormente, llamé a Will para decirle que no fuera a casa, que se dirigiera a casa de Jeremy y llevase consigo a Maddy.
El camino fue corto, ya que los Foster vivían a seis manzanas de nosotros, nos apeamos del coche y salimos a la calle.
Miré a ambos lados, nerviosa, esperando que, en cualquier momento, un chico de pelo negro y cicatrices en la cara apareciera por alguna de las esquinas, con una sonrisa amenazante en la cara.
Pero nadie apareció, gracias a Dios. La calle estaba completamente vacía, lo único que había allí eran montones de nieve que los vecinos debían haber apartado de las entradas de sus edificios para poder abrir las puertas; bancos vacíos y helados, cubiertos por una fina capa de hielo; y un gran número de árboles desnudos, que trataban de adornar la fría calle.
Jeremy sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta y las metió en la cerradura. La puerta se abrió con un chasquido y entramos dentro del edificio.
Me dirigí al interruptor, cuya ubicación había aprendido de memoria a base de noches y noches pasadas en la casa de mi mejor amiga y lo encendí. La entrada estaba vacía. Nadie nos había seguido.
Mi expresión cambió de nerviosismo a alivio, y Jeremy lo notó, ya que me sonrió con dulzura y me puso la mano en la cintura como si me estuviera guiando.
Entramos todos en el ascensor y pulsé el botón del 5º.
Normalmente lo habría hecho Emily, pero estaba dormida sobre el hombro de mi padre.
El ascensor subió lentamente y llegamos al poco tiempo, bajamos del ascensor y, por puro instinto, miré a mi alrededor, en busca de cualquier indicio que pudiera alertarme de la presencia del chico del ascensor.
Ni rastro. Al igual que la calle, el rellano estaba vacío.
Resoplé y llamé suavemente a la puerta de la casa de los Foster, que se abrió en seguida.
- Pasad, pasad, estáis en vuestra casa. - Dijo Clarissa, con una amable sonrisa en la cara.
- Gracias, Clarissa. No sabes lo preocupados que estamos. Parece ser que hay un chico que persigue a Kate y le ha robado las llaves de casa... O al menos, eso cree ella. - Dijo mi madre, a modo de saludo.
Yo, directamente, me ahorré las formalidades y entré en la casa con un simple: Hola.