viernes, 3 de febrero de 2012

CAPÍTULO 4

- Mamá, Kate y yo vamos un momento a mi habitación, tenemos que hablar. - Dijo Jeremy, con toda naturalidad.
Mi madre nos dirigió una profunda mirada de advertencia, sobre todo a Jeremy, antes de que Clarissa pudiera contestar:
- Está bien, pero Kate duerme con Maddy.
- ¿No me digas?  - Respondió Jeremy, irritado. Nadie le tomaba nunca por un chico serio, sino por un fiestero y un irresponsable, de modo que siempre esperaban lo peor de él, o, simplemente, lo más inoportuno.
Nos dirigimos a su habitación y cerró la puerta. Yo ya suponía por qué estábamos allí, y estaba completamente segura de que no era, para nada, lo que nuestras madres habían malpensado en  un principio.
- ¿Qué quieres, Jemy? - Le dije, ladeando la cabeza con curiosidad.
- Sólo saber cómo estás. - Dijo, mientras se sentaba a mi lado en la cama.
- Bien, pero todo es gracias a ti. - Le contesté, mirándole con cariño.
- No exageres. - Se ruborizó. - Yo he hecho lo que habría hecho cualquiera.
Su reacción hizo que me entrara la risa, parecía un niño pequeño al que, al enseñar su dibujo, le hubieran llenado de piropos y cumplidos.
- ¿Por qué te ríes? - Preguntó, molesto. - Kate, no me digas que tú tampoco me tomas en serio, por favor. - Me suplicó. - Me molesta mucho que todos me tomen por un irresponsable y un incosciente, ¿sabes? Yo no soy así.
- No me río por eso, sabes que yo no te veo así. - Le dije. Creo que necesita que lo animen un poco y le suban la autoestima. Pensé. - Jeremy... Eres un chico genial, considerado, amable y haces lo que puedes y más por ayudar a la gente que te necesita. Y... bueno, yo no te considero un ‘‘inconsciente’’. - Le dije, formando unas comillas con los dedos. - Y eres guapo... Guapísimo... - Admití, ruborizándome yo, esta vez.
- Y tú eres un cielo. - Sonrió, y me besó en la frente.


Fuimos al salón y me acurruqué en el sofá, al lado de Jeremy y con Emily encima. El salón era grande, tenía muchas ventanas y una puerta que daba a un largo pasillo donde se encontraban las habitaciones y el despacho. En el salón, dos sofás formaban un ángulo recto de modo que desde ambos se pudiera ver la televisión con claridad, y, entre ambos sofás, una mesita de café color caoba que hacía juego con el resto de muebles.
Pasaron quince minutos hasta que llegaron Maddy y Will. Nada más entrar, Maddy y yo nos fuimos a su habitación y Jeremy y Will, a la del primero. Mis padres fueron al cuarto de invitados y Clarissa se fue a su habitación.
- Kate... - Susurró Maddy en la oscuridad. - ¿Estás despierta?
- Sí, tengo la impresión de que no dormiré en meses. - Dije con fastidio.
- Oye, a mí me parece muy bien que bailes con Jeremy y que os sentéis juntos en mi sofá, con tu cabeza sobre su hombro y tal, pero... ¿no hay nada que me tengas que contar? - Me dijo ella, muy seria.
- La verdad es que sí, Maddy. El baile... yo... uff, no sé cómo empezar. - Dije, empezando a ponerme nerviosa.
- Kate, ¿os besasteis? - Dijo ella, yendo directa al grano.
- Sí. - Admití.
- Joder...
- ¿Qué? - Le pregunté, sin llegar a comprender su reacción.
- No sé, es que lo hablamos antes y me juraste que no había nada, Kate, no te gustaba Jeremy... Esta tarde lo veías como a un hermano mayor y de repente, en tan solo unas horas... - Maddy parecía insegura, aunque lo que más se le notaba era lo impresionada que estaba... Se veía claro que jamás habría esperado esto.
- Lo sé, pero durante el baile me pareció otro completamente distinto y me gustó... mucho. Maddy, yo estoy tan sorprendida como tú... Pero me gusta estar con él...
- Ya, me he dado cuenta. - Dijo. Su tono de voz daba a entender que estaba sonriendo. - Y a él le gusta estar contigo... No le hagas daño, ¿vale? - Añadió con suavidad.
- No te preocupes, Maddy. - Le dije. Y sonreí ante la buena reacción de mi mejor amiga de que saliera con su hermano.
- Buenas noches. - Me deseó Maddy.
- Buenas noches.

Toc, toc, toc, toc.
Me giré en la cama y bostecé. Me había parecido oír pasos, pero supuse que había sido producto de mi imaginación.
Toc, toc, toc, toc.
De nuevo esos pasos. Me alarmé y me senté en la cama de inmediato.
- Maddy... Maddy... ¡Maddy! - La llamé, hasta que, finalmente, tuve que zarandearla del brazo. - Maddy, estoy oyendo pasos. - Dije, con miedo.
- ¿Qué dices? Yo no oigo nada. - Dijo ella, somnolienta.
Toc, toc, toc.
- ¿Y ahora? No me digas que no has oído eso.
- Sí... Espero que sean los chicos. - Contestó Maddy con voz temblorosa.
- Vamos. - Le dije, y me levanté de la cama.

Fuimos pegadas a la pared y nos asomamos por la rendija de la puerta. No se veía a nadie. Entonces escuchamos el ruido de una puerta al cerrarse e, inmediatamente después, el de otra al abrirse.
- ¿Habéis sido vosotras? - Nos preguntó Will, inquieto.
- No, creíamos que erais vosotros. - Respondimos al unísono Maddy y yo.
- Pues los padres están durmiendo... Joder. - Maldijo Jeremy, mientras encendía algunas luces.
- ¿No creeréis que es...? - Dije, omitiendo la parte obvia.
- Quizá... No te preocupes, Kate. - Me tranquilizó Jeremy, pasándome el brazo por el hombro, mientras Will nos miraba, perplejo.
- Busquemos. - Dijo éste, sacudiendo la cabeza como si intentara borrar una imagen que no acabara de creerse.

lunes, 9 de enero de 2012

CAPÍTULO 3

Me apresuré a tocar el timbre de la puerta, nada más bajar del ascensor. Llamé insistentemente una y otra vez mientras temblaba e imaginaba las cosas terribles que aquel psicópata podía haberle hecho a mi familia. Estaba tan nerviosa que el corazón me dio un vuelco cuando la puerta se abrió y salió mi padre, enfadado y con cara de sueño, preguntado qué ocurría:
- Kate, ¿se puede saber qué estás haciendo? Son las cuatro de la mañana, ¿por qué llamas tanto? Has despertado a Emily. - Dijo, realmente enojado.
- Papá, me han robado las llaves de casa, un chico con quien me he encontrado tres veces hoy y siempre me sonreía, tengo miedo, pensé que había entrado a por vosotros. - Dije, casi llorando y con nerviosismo, mientras abrazaba a mi padre.
- ¿Qué estás diciendo, Kate? Un loco que te sigue, ¿no? Anda, métete en la cama, seguro que has olvidado las llaves dentro. - Dijo, quitándole importancia y mostrando fastidio.
Miré a Jeremy con desesperación. Mi padre parecía no entender, no me tomaba en serio, a pesar de que mis lágrimas le instaban a hacerlo. Estaba asustada. Dirigí de nuevo la mirada hacia mi padre:
- Que no, papá. Lo he visto tres veces hoy y siempre sonreía de una forma que daba miedo y recuerdo perfectamente cuándo cogí las llaves de casa y las metí dentro de mi bolso después de cerrar la puerta al salir. - Seguí insistiendo.
- Kate, ¿estás segura? Bueno, mira, mañana cambiaremos la cerradura, por lo pronto, hoy, dormiremos con el pestillo echado y ya está. - Dijo él, aún sin tomarme del todo en serio. - No sería la primera vez que pierdes unas llaves, cielo. - Concluyó, esta vez más tranquilo.
La verdad era que ya había perdido las llaves de casa en otra ocasión, pero esas eran las llaves de la casa de campo, que se me cayeron al bidé una vez que dejé los vaqueros encima para irme a la ducha, en casa de mi abuela. Finalmente, ella las encontró, pero yo las había dado por perdidas.
- Papá, no me tomas en serio. - Le dije, frunciendo el ceño, cabreada y ofendida. - Llevo todo el camino preocupada por si os había pasado algo y, vengo aquí, y no me crees. Ese chico me ha robado las llaves, estoy segura. - Grité, enfadada.
- Papá, ¿qué pasa? - Sonó una vocecilla detrás de mi padre.
Emily se había levantado de la cama y había salido al pasillo para ver de dónde provenía tanto grito.
- No pasa nada, Emily, vuélvete a la cama. - Le dijo mi padre, tranquilizador.
- Sí que pasa, señor Evans. Kate tiene razón, he estado con ella toda la noche y una de las veces en las que vio al chico estaba yo delante y vi la sonrisa que dice. No se lo está inventando, ese chico no es normal. - Dijo Jeremy, sorprendiéndonos a todos con su intervención.
- ¿De verdad, Jeremy? - Preguntó mi padre, perplejo.
- Claro, ¿por qué iba Kate a mentir sobre esto? Es algo serio, no es para bromear. Deberíais venir a mi casa a dormir, es más seguro. - Contestó Jeremy, mientras me miraba, preocupado.
Mi padre frunció el ceño y dijo:
- Esperad, voy a avisar a Scarlett.
Se giró y cogió a Emily en brazos mientras se dirigía a la habitación de matrimonio.
Miré a Jeremy. Sus ojos pardos mostraban una expresión inquieta y se mordía el labio inferior con nerviosismo.
Me acerqué a él y le rodeé la cintura con los brazos, mientras apoyaba la cabeza en su pecho. Él respondió a mi abrazo y me apretó con fuerza, advirtiendo que yo estaba temblando.
- Todo saldrá bien. - Susurró.
- Gracias. - Le dije con sinceridad.
Me separé de él y le miré a los ojos. Aún me despertaba curiosidad ese nuevo Jeremy, tan atractivo como protector, que había visto esa noche por primera vez.
Esperamos en la puerta hasta que mi madre salió, después de habérselo explicado todo mi padre, y subimos en el coche de Jeremy.
Mientras él conducía, yo llamé a Clarissa para avisarla de que íbamos, tras disculparme por haberla despertado a esas horas y, posteriormente, llamé a Will para decirle que no fuera a casa, que se dirigiera a casa de Jeremy y llevase consigo a Maddy.
El camino fue corto, ya que los Foster vivían a seis manzanas de nosotros, nos apeamos del coche y salimos a la calle.
Miré a ambos lados, nerviosa, esperando que, en cualquier momento, un chico de pelo negro y cicatrices en la cara apareciera por alguna de las esquinas, con una sonrisa amenazante en la cara.
Pero nadie apareció, gracias a Dios. La calle estaba completamente vacía, lo único que había allí eran montones de nieve que los vecinos debían haber apartado de las entradas de sus edificios para poder abrir las puertas; bancos vacíos y helados, cubiertos por una fina capa de hielo; y un gran número de árboles desnudos, que trataban de adornar la fría calle.
Jeremy sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta y las metió en la cerradura. La puerta se abrió con un chasquido y entramos dentro del edificio.
Me dirigí al interruptor, cuya ubicación había aprendido de memoria a base de noches y noches pasadas en la casa de mi mejor amiga y lo encendí. La entrada estaba vacía. Nadie nos había seguido.
Mi expresión cambió de nerviosismo a alivio, y Jeremy lo notó, ya que me sonrió con dulzura y me puso la mano en la cintura como si me estuviera guiando.
Entramos todos en el ascensor y pulsé el botón del 5º.
Normalmente lo habría hecho Emily, pero estaba dormida sobre el hombro de mi padre.
El ascensor subió lentamente y llegamos al poco tiempo, bajamos del ascensor y, por puro instinto, miré a mi alrededor, en busca de cualquier indicio que pudiera alertarme de la presencia del chico del ascensor.
Ni rastro. Al igual que la calle, el rellano estaba vacío.
Resoplé y llamé suavemente a la puerta de la casa de los Foster, que se abrió en seguida.
- Pasad, pasad, estáis en vuestra casa. - Dijo Clarissa, con una amable sonrisa en la cara.
- Gracias, Clarissa. No sabes lo preocupados que estamos. Parece ser que hay un chico que persigue a Kate y le ha robado las llaves de casa... O al menos, eso cree ella. - Dijo mi madre, a modo de saludo.
Yo, directamente, me ahorré las formalidades y entré en la casa con un simple: Hola.

lunes, 26 de diciembre de 2011

CAPÍTULO 2

- ¿Hacia dónde se dirigen, señoritas? - Nos preguntó Jeremy, con un acento francés bastante logrado.
- ¿A dónde va a ser, Jemy? ¡A Navi’s! - Le dije burlonamente.
- Entonces, siguiente parada... NAVI’S - Constató con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿A dónde vas tú? - Le preguntó Maddy a su hermano, curiosa.
- Desgraciadamente para ti, al mismo sitio que vosotras, por lo que te estaré vigilando, hermanita. - Contestó Jeremy, girando la cabeza para mirar a Maddy.
- Pues vaya tostón, nos toca tener a los dos hermanos mayores en la misma fiesta que nosotras. - Dije con fingido fastidio.
En realidad no me importaba que vinieran, solía juntarme con ellos y bromear con Jeremy más que con mis amigos.

El coche se dirigió a toda velocidad hacia Navi’s, de modo que, quince minutos después, bajamos y nos metimos en la discoteca.
- Entradas, por favor. - Pidió el gigante de la puerta. Con guardias así, daba miedo intentar colarse en una discoteca, de modo que habíamos comprado las entradas con antelación y se las entregamos.
- Muy bien, adelante. - Dijo.
Atravesamos la gran puerta de entrada y miré a mi alrededor. Estaba lleno de gente. Divisé a nuestros amigos al lado de la barra.
- Ahí están Tanya, Alexa, Robin, Amely, John y Mark, vamos. - Avisé a Maddy, mientras la cogía del brazo y tiraba de ella hasta que llegamos a donde se encontraban nuestros amigos.
- ¡Hola, chicos! - Dijo Maddy con alegría, mientras les daba dos besos a cada uno.
- Hola. - Saludé yo, con una enorme sonrisa, y me acerqué e hice lo mismo que Maddy.
- Hacía mucho que no te veía, Kate. - Dijo Amely con tristeza. Era una de mis mejores amigas, aunque no tanto como Maddy.
- He estado muy liada, lo siento, suspendí matemáticas y es la primera vez que me dejan salir desde entonces y sólo porque es nochevieja. - Dije con pena.
- Bueno, no pasa nada, ya te dejarán, tú tranquila. - Me animó Robin, mientras cogía a Amely por la cintura.
Amely y Robin eran novios. Llevaban juntos cuatro meses, se querían muchísimo, y eso era algo que se veía.
Estuvimos un rato charlando de nuestras cosas y después decidimos ir a bailar. La sorpresa llegó cuando, después de haber bailado con John, escuché una voz muy familiar a mis espaldas:
- ¿Te importaría bailar conmigo una canción?
- Claro, Jemy. ¿Con quién has apostado? - Me había sorprendido que Jeremy quisiera bailar conmigo, ya que sólo me hablaba para burlarse de mí o para bromear y reírse un rato conmigo, por lo que supuse que había apostado algo a que era capaz de pedirme un baile.
- ¿Qué dices? No he apostado nada con nadie, Kate... Es solo que, bueno, me apetece bailar contigo... ¿Te importa? - Preguntó él. Jamás lo había visto tan tímido, así que acepté.
- Claro, pero intenta no hacerme quedar mal ni gastarme ninguna broma... - Le dije, sonriendo.
- Te prometo que no lo haré.
Me gustaba ese nuevo Jeremy... Si no me había enamorado antes de él era porque, independientemente de lo guapo que era, me trataba como a una hermana y yo había aprendido a verle así, sin embargo, ese Jeremy desconocido, tímido y amable que tenía en frente me atraía de una manera increíble.

Justo en ese momento, el DJ puso una canción lenta, de esas de bailar agarrados, ideal para parejas, y mi corazón aceleró de tal manera que creí que se me saldría del pecho.
Quería bailarla con Jeremy, quería abrazarle, estar con él... quería besarle.
Nos miramos, ambos sin saber muy bien qué hacer, hasta que él puso su mano en mi cintura y me atrajo hacia sí, entonces comenzamos a movernos, al ritmo de la música, lentamente.
La canción nos envolvió, y, para mí, el resto de la discoteca desapareció, y solo nos quedamos él y yo, bailando con la música de fondo.
Le miré a la cara y vi que sonreía.
- ¿Ocurre algo? - Le pregunté, mientras se dibujaba una sonrisa en mi cara.
- Maddy nos está mirando. - Dijo, al parecer, esa sensación de que estábamos solos los dos solamente la tuve yo.
- ¿Y qué importa eso? - Pregunté.
- Nada, no importa nada. -  Contestó él. - Estás muy guapa.
Justo cuando dijo eso noté como me ruborizaba, miré hacia abajo pero él separó una de sus manos de mi cintura y me alzó la cabeza.
- Gracias. - Conseguí articular, todavía sin mirarle a los ojos.
- Eh, tampoco hace falta que te pongas así. - Dijo, y una dulce risa se le escapó.
Nuestras cabezas se fueron acercando poco a poco, hasta que nuestros labios llegaron casi a rozarse. Creí que me besaría, pero no fue así, justo en el momento en el que se acababa la canción me dijo:
- Hablé con Maddy, me dijo que tú veías esto como una relación de hermanos, así que supongo que si te beso ahora estaría fuera de lugar, ¿verdad?
- Quizá, no estoy segura... Si te soy sincera, ahora mismo ni siquiera estoy segura de lo que siento. - Respondí tímidamente, aunque había algo en mi interior que deseaba con fuerza que lo hiciera, que me besara sin más, pero el orgullo pudo con mi corazón y me callé todo lo que éste decía.
- Cuando quieras podemos volver a bailar juntos, ha estado bien. - Añadió Jeremy, me soltó la cintura, se dio la vuelta y regresó con sus amigos, entre los cuales estaba Will.
Me quedé en medio de la pista, confusa y con las ideas desordenadas, mientras recapacitaba y pensaba en todo lo que acababa de pasar. No me di cuenta del chico que me estaba mirando hasta una hora después, mientras pedía una Coca-Cola en la barra, aún confusa por el baile con Jeremy.
- Una Coca-Cola, por favor. - Pedí al camarero.
- En seguida. - Contestó el hombre, amablemente.
Me senté en un taburete mientras esperaba mi bebida, cuando, de repente, vi al mismo chico con el que me había chocado en el ascensor, mirándome fijamente, con aquella fría e inquietante sonrisa que había visto tres veces en aquella noche de fin de año. El impacto que sentí al verle fue tal que me caí del taburete. Vaya cara de susto debía tener, ya que todos los que estaban a mi alrededor volvieron la vista hacia donde yo miraba para descubrir qué era aquello que me había asustado tanto.
Jeremy me vio y corrió hacia donde me encontraba, Will no se dio cuenta, ya que estaba bailando con una chica muy guapa.
- ¿Estás bien? Menuda caída. - Dijo, mientras me ayudaba a levantarme. - ¿Has bebido? - Me preguntó.
- No, Jeremy, sabes que no bebo. - Dije, con un temblor en la voz tan fuerte que lo notó en seguida.
- ¿Qué pasa? Dímelo, Kate. - Me suplicó, su voz dejaba ver que estaba preocupado.
- Nada, no ha sido nada. - Dije, mirando hacia donde había estado el chico, pocos segundos atrás. Se había esfumado. - Creí haber visto a alguien.
- ¿Quieres que te lleve a casa? - Me ofreció amablemente.
- Sí, por favor.
- Tranquila, espera aquí, voy a avisar a Maddy, ¿vale? - Su voz sonó dulce y preocupada. Asentí.
Jeremy se levantó de mi lado, fue a buscar a su hermana, que estaba a escasos metros de nosotros, aunque no se había dado cuenta de lo que me había pasado, debido a que había estado todo el rato mirando a Will y a su acompañante con envidia, y hablaron durante dos minutos. Pude ver como la cara de Maddy cambiaba, a raíz de lo que su hermano le contaba, de alegría a preocupación, y después a alivio, mientras dirigía nerviosas miradas hacia mí.
Jeremy volvió hasta donde estaba. Había conseguido levantarme del suelo y lo esperaba de pie al lado de la barra.
- ¿Vamos? Maddy se queda un poco más, luego volveré a por ella. - Me explicó, y me pasó un brazo por el hombro.
Nos dirigimos al coche y me senté en el asiento del copiloto, no hable, durante todo el camino me mantuve callada y mirando por la ventana. Al llegar a la puerta de mi casa, Jeremy me miró, serio.
- Oye, siento lo de antes, no era mi intención que acabáramos así. - Se disculpó, creyendo que no le hablaba por lo del baile.
- No es culpa tuya que esté así, Jeremy. Me lo he pasado genial bailando contigo, me ha gustado mucho. - Le dije, esta vez mirándole a los ojos.
- ¿En serio? Y si no es por eso, ¿por qué no me has dirigido la palabra desde entonces? - Me preguntó.
Dudé entre si contárselo o no. Jeremy era muy bromista, pero era una persona de fiar y sabía guardar secretos.
- Si te lo cuento, ¿prometes no decírselo a nadie? Ni siquiera a Maddy. - Le pedí.
- Claro, tampoco a Maddy. - Me sonrió extrañado, pero aún así dulcemente, como llevaba haciendo toda la noche.
- ¿Recuerdas al chico que salió del ascensor cuando íbamos a bajar? - Le pregunté.
- Bueno, no recuerdo su cara, pero me acuerdo de que bajó un chico. - Me contestó, perplejo.
- Quizá solo sean cosas mías, pero lleva siguiéndome toda la tarde... Tengo miedo, Jeremy. - Le dije, mientras se me saltaba una lágrima.
- Eh, no llores, anda. - Me abrazó. - Seguro que es todo un mal entendido, nadie querría hacerte daño.
- Jemy. - Le llamé.
- ¿Sí?
- El baile... ¿por qué quisiste bailar conmigo?
- Bueno... yo... - Titubeó.
Se quedó pensando por un momento, no sabía qué contestar. Le miré a los ojos y pude ver como estos se iluminaban antes de que acercara su cara a la mía y me besara con ternura. Por fin. Pensé. En ese instante, todos mis temores se esfumaron. Me sentí feliz, tranquila y segura. El beso fue corto, porque él no estaba seguro de lo que yo sentía. Se separó despacio y me miró inquisitivamente, entonces, la única respuesta que se me ocurrió fue devolverle el beso. Esa vez sí fue largo. Me acarició el pelo mientras me besaba con una dulzura increíble. Le pasé los brazos por el cuello y seguí besándole durante un tiempo que me pareció interminable. Fue precioso.
Finalmente nos separamos. Yo desvié la mirada hacia abajo, pero la levanté rápidamente, quería ver su reacción.
Sonreía. Abrió los labios, como para decirme algo, pero luego los volvió a cerrar, como si se hubiera arrepentido. Después los volvió a abrir y esta vez sí habló:
- Kate, no tengas miedo, ¿vale? Si resulta que ese tío quiere hacerte algo tendrá que hacerlo por encima de mi cadáver. Voy a estar siempre ahí para lo que necesites y cuidaré de ti. No voy a dejar que te hagan daño.
- Gracias, Jeremy. - Le contesté, con la voz entrecortada. Sin embargo la respuesta le pareció corta y, para quitar toda posibilidad de duda acerca de lo que sentía por mí, me volvió a besar, aunque esta vez fue un beso fugaz, pero igualmente cariñoso.
- Vete a dormir, pequeña. - Me dijo, y su mano acarició mi mejilla, aún húmeda por las lágrimas. - ¿Te acompaño hasta la puerta?
Asentí. Salimos ambos del coche y nos dirigimos al portón. Abrí el bolso para coger las llaves, pero no las encontré por ningún lado.
- No están. - Dije.
- ¿Qué? - Preguntó él, sin entender.
- Mis llaves, no están. - Dije, de nuevo mi rostro volvió a reflejar el miedo que sentía. - Me las ha robado.
- ¿Estás segura, Kate? Quizá no has mirado bien. - Me contestó.
- Jeremy, no están. - Mi voz comenzó a temblar de nuevo. - Te dije que ese chico iba a por mí, te lo dije. - Me eché a llorar. Sentía tanto miedo que ni siquiera el abrazo de Jeremy consiguió calmarme. - Ahora puede entrar en mi casa cuando quiera, quién sabe si no lo ha hecho ya.
- No te preocupes, vamos a despertar a tus padres, los avisamos y os venís todos a dormir a mi casa. He dicho que no iba a dejar que te pasara nada, y eso incluye a tu familia.
- Eres un cielo, Jeremy. - Le dije, secándome las lágrimas y dándole un rápido beso en los labios.
- Venga, vamos.

Subimos por el ascensor, mientras yo rezaba porque aquel indeseado intruso no hubiera llegado aún a mi casa. Pasamos el primer piso, mi corazón empezó a acelerar; pasamos el segundo, aceleró aún más; el tercero, comencé a temblar de lo nerviosa que estaba, ¿Y si ha entrado? Ojalá todos estén bien, recé; pasamos el cuarto piso, miré a Jeremy, asustada, deseando que todo fuesen imaginaciones mías y hubiese olvidado coger las llaves al salir a toda prisa de casa, aunque recordaba perfectamente que las había cogido; el quinto piso, tuve la sensación de que el tiempo se paraba, de que jamás llegaríamos al sexto, de que nunca sabría si mi familia estaba bien. Me repetí millones de veces a mí misma que todo era cosa mía, que aquel chico, que cada vez que me veía me dedicaba una torcida e inquietante sonrisa y me había encontrado tres veces esa noche no fuera más que un chico normal que se acordaba de mí tras el incidente en el ascensor; deseaba con todas mis fuerzas que todo fuese producto de mi imaginación.
Sexto piso.

domingo, 25 de diciembre de 2011

CAPÍTULO 1

Aquella noche no podía dormir. Me había pasado horas dando vueltas en la cama, tratando de conciliar el sueño, pero parecía imposible.
Mi cerebro se negaba a descansar, parecía haberse vuelto hiperactivo, como si se hubiera disparado el botón de las ideas y se hubiera puesto a trabajar en mitad de la noche...
Me levanté de la cama y me dirigí al salón con la intención de ver qué estaba haciendo mi familia. Supuse que ellos estarían durmiendo, puesto que mañana era un día lectivo y mis hermanos tenían clase y mis padres trabajaban.
El salón de mi grupo se encontraba al pie de unas escaleras que llevaban a los dormitorios, de modo que, al más mínimo ruido, corría el riesgo de que alguno de mis compañeros se despertara.
La sala era rectangular y grande, llena de sofás y sillones, con una gran chimenea en una esquina y altas estanterías que llegaban hasta el techo ocupando todas las paredes, a un lado de la habitación había escritorios para que los alumnos pudieran hacer sus deberes y una gran puerta que daba a las escaleras, a través de las cuales se llegaba al resto de habitaciones de la residencia.
Me senté en un sofá y encendí la televisión. Tras insertar mi tarjeta de identificación dentro del mando, pulsé mi contraseña y le di al botón de encender; la televisión emitió un sonido y mostró cuatro imágenes.
La primera mostraba a mi hermana pequeña, Emily. Era una niña de cinco años, alegre, simpática y optimista, al igual que payasa; aunque a veces resultaba egoísta y exigente, pero, aún así, yo la quería mucho. Estaba profundamente dormida en su camita. Su cara mostraba serenidad y parecía tener un bonito sueño.
La contemplé durante unos minutos, la echaba de menos. Una lágrima recorrió mi mejilla y me apresuré a limpiarla.
Decidí cambiar de imagen, las dos siguientes eran idénticas, puesto que eran mi padre y mi madre, ambos durmiendo, en la misma habitación.
Mi madre, Scarlett, era una mujer un poco estricta y amaba la limpieza, solía enfadarse cada vez que ensuciábamos algo, pero era muy buena y le encantaba darnos sorpresas; y mi padre, Jack, disfrutaba sentándose en el sofá con Will a ver el fútbol o enseñando a Emily a leer. A ellos también los echaba mucho de menos.
Por último, pasé a la siguiente imagen, Will. Will era mi hermano mayor, de dieciocho años. Solía ser un tostón y siempre se burlaba de mí, pero, cuando alguien se metía conmigo, él era siempre el primero en defenderme y era la única persona, aparte de Maddy, mi mejor amiga, que sabía animarme.
Él, al contrario que el resto de la familia, no dormía. Si he de ser sincera, desde que llegué a la residencia jamás le vi dormir.
Estaba sentado en la cama, con la cabeza entre las manos, pensando. Últimamente era algo que solía hacer a menudo. Pensaba en cómo eran las cosas en aquel momento y en cómo eran antes de que yo me marchara. Sólo pensaba y lloraba en silencio. A él era al que más añoraba. Necesitaba escuchar sus burlas sobre el tiempo que tardaba en arreglarme y sentir sus abrazos cada vez que alguna de mis relaciones amorosas salían mal o darle abrazos cuando eran las suyas las que fracasaban.
En ese momento fui incapaz de contener más el llanto y rompí a llorar, apagué la televisión y me tumbé en el sofá mientras maldecía el día en que me fui del mundo de los vivos.


- Mamá, me voy con Maddy a la discoteca, no me esperes despierta. - Anuncié en mitad del salón.
- Kate, no llegues muy tarde, ¿vale, cielo? Como mucho a las seis, no lo olvides. - Me contestó ella, con suavidad.
- Claro, mamá. Nos vemos luego. - Le dije, le planté un beso en la mejilla y cogí mi abrigo. - ¡Adiós, papá! - Grité, y, sin esperar que contestara, cerré la puerta de mi casa y me dirigí a la de Maddy.
Me costaba andar debido a la gran cantidad de nieve que había caído el día anterior, pero concentré todos mis esfuerzos en no caerme para no manchar mi ropa de fiesta que había comprado para celebrar esa nochevieja: unos pantalones negros de lentejuelas muy ajustados, una camiseta gris de tirantes, una chaqueta plateada de manga larga y unos tacones negros de terciopelo. Me había visto obligada a coger el abrigo, debido a los seis grados bajo cero que había en la calle. Estaba helada, de modo que corrí todo lo que pude y llamé insistentemente al timbre de la casa de mi amiga.
- ¿Quién es? - Preguntó una voz masculina. Era Jeremy, el hermano mayor de Maddy, y el mejor amigo de Will.
- Soy Kate, haz el favor de abrir, anda, que me estoy helando. - Supliqué. Nunca me abría a la primera, solía tenerme esperando un ratito en la calle para luego poder reírse de mí. Sus burlas se parecían a las de Will. A decir verdad, consideraba a Jeremy como otro hermano mayor, ya que, o él estaba siempre en mi casa con Will, o era yo la que estaba en la suya con Maddy.
- Está bien, sube, no vaya a ser que te pongas mala. - Contestó, a la vez que la puerta emitía un sonoro ‘click’ y se deslizaba hacia dentro debido a la fuerza que ejercía mi cuerpo sobre ella.
- ¡Cuidado! Que me tiras, Jeremy. - Protesté, enfadada. Al otro lado del timbre comenzaron a sonar unas estruendosas carcajadas, provenientes de Jeremy, por supuesto. En ese momento advertí que habían colocado una cámara en el timbre... Jeremy lo había visto todo y había decidido gastarme una broma y reírse un rato. - Te vas a enterar, imbécil. - Amenacé, y subí a toda prisa los escalones antes de abalanzarme sobre el botón del ascensor en el cual, nada más abrirse, entré, sin fijarme en el chico que salía en ese momento tranquilamente de su casa.
- Lo siento. - Me disculpé. El chico me miró perplejo, no parecía saber que estaba ocurriendo, parecía, más bien, desorientado. - ¿Se encuentra bien? - Le pregunté, extrañada.
- Sí, sí. - Respondió él, mientras una inquietante sonrisa se formaba en su rostro.
- Está bien, adiós. - Concluí, antes de entrar en el ascensor y pulsar el botón del 5º.
Me recosté contra la pared mientras me arreglaba el pelo en el espejo del ascensor; me había despeinado al chocar con aquel curioso chico... ¿Qué le ocurría? ¿Por qué se comportaba aquel chico de esa forma tan rara? Decidí olvidarlo y salí del ascensor al llegar al 5º piso. Me acerqué a la puerta ‘A’ y llamé al timbre.
- ¿Tanto se tarda en subir cinco pisos? ¿Es que has ido andando? - Me preguntó Jeremy, burlón.
Le miré a los ojos y le sonreí con sarcasmo. Jeremy era alto, delgado y bromista... jodidamente bromista. Tenía los ojos pardos y el pelo rubio y alborotado. Sus labios eran finos y siempre mostraban una torcida sonrisa socarrona. La verdad es que tenía el don de hacer reír a la gente, aún así, también sabía como sacarme de quicio mejor, incluso, que Will.
- Choqué con un chico. Supongo que iba un poco acelerada y las ganas que tenía de matarte pudieron conmigo. - Constaté, antes de abalanzarme contra él y empezar a pegarle con la misma fuerza que una niña de dos años, intentando hacer que se disculpara. No lo hizo, obviamente. Jeremy era realmente orgulloso.
- ¿Me has pegado ya lo suficiente? - Dijo, fingiendo sentirse ofendido.
- No, pero es que cuando pasa un rato pierde su gracia, ¿sabes? Voy a ver a Maddy. - Le dije, pasando a su lado, sin siquiera mirarle, y dirigiéndome a la habitación de mi amiga.
- Ya era hora, tía. ¿Te has cansado de tontear con mi hermano? - Me dijo Maddy, con una sonrisa burlona.
- No tonteaba, guapa. Solamente intentaba darle una ‘paliza’ por haber estado a punto de tirarme al suelo al abrir la puerta mientras yo estaba apoyada. - Le dije, con cara de pocos amigos. - No me gusta tu hermano, Maddy, si es eso lo que piensas.
- Está bien, te creo. Pero entonces, ¿qué hay entre vosotros? ¿Amistad? - Me dijo ella, curiosa entonces.
- Yo diría que es como un segundo hermano... Aunque tú eso no lo entiendes puesto que el único chico que podría ser como un segundo hermano para ti es el chico que te gusta, es decir, Will. - Le contesté, tras lo cual se me escapó una risita burlona parecida a la que ella me había dedicado escasos minutos antes.
- Tienes que admitir que es guapo, simpático, sensible, inteligente,... - Empezó.
- Maddy, relájate. Que te guste no quiere decir que, de pronto y por arte de magia, sea inteligente ¿o tengo que recordarte las notas que sacó en bachiller? Vale que sea guapo; simpático es, pero a veces es un plasta, tía, reconócelo; y sensible también, pero tampoco excesivamente... A ti lo que te pasa es que andas pilladísima por él.
- Ya, ¿y tú, que lo sabes, no podrías intentar ayudarme un poquitín? - Me pidió Maddy.
- Lo siento, Madeleine, pero no eres su tipo... ¿No has visto a sus ex-novias? - Sentía tener que ser tan dura con ella, pero era verdad.
Maddy no era muy alta y estaba un poco rellenita. Era pelirroja y tenía los ojos azules. Su cara estaba salpicada de simpáticas pecas y su nariz era respingona. Tenía unos labios finos y una sonrisa rebelde. Era optimista y alegre, pero a veces resultaba demasiado alocada.
Las dos últimas ex-novias de Will eran de las chicas más populares del instituto, altas, delgadas, con un pelo largo y bonito y con unos rizos bien definidos, una de ellas tenía los ojos verdes, el pelo rubio y los labios gruesos; y la otra, ojos azules, el pelo castaño y unos labios un poco finos. Ambas eran físicamente perfectas, el tipo de chica que todas queremos ser pero el tipo de chicas que la mayoría odiamos: egocéntricas, narcisistas, más preocupadas por la moda que por sus amigos y que sacan buenas notas gracias al ‘desinteresado’ dinero que sus padres aportan al centro, de no ser así, serían unas completas negadas en todas las asignaturas.
A las dos las quería mucho, pero, una por que se enamoró de otro más popular y la otra por que consideraba que Will era demasiado pobre, cortaron con él. Will lo pasó mal y recuerdo que estuvimos más unidos que nunca, entonces.
En resumen, Maddy no era el tipo de chica del cual Will se solía enamorar.
- Que yo no sea una chica de revista no quiere decir que no tenga derecho a que alguien me quiera, Kate. - Me contestó Maddy, ofendida.
- Ya lo sé, Maddy. Pero ¿sabes qué opino yo? Que es mejor ser un poco bajita o tener un poco de barriguita pero una gran personalidad y un buen carácter a ser una chica de revista, despiadada y vanidosa, que está siempre preocupada por el cuidado de sus uñas y de su pelo. - Le dije, sonriendo.
Esto que dije pareció conmover a Maddy, ya que se levantó de su cama y me abrazó.
- Eres genial, Kate. - Me dijo. - ¿Nos vamos a la discoteca?
- Claro, ¿estás lista? - Le pregunté.
- Por supuesto, ¿lo estás tú?
- ¿Acaso no ves que sí? - Respondí, burlona.
- ¡Entonces vamos! - Dijimos a la vez, y nos dirigimos a toda prisa hacia la puerta, donde Jeremy nos esperaba con las llaves del coche en las manos.
- Mamá, me voy ya. - Gritó Maddy. Clarissa, la madre de Maddy, asomó la cabeza por la puerta de la cocina y miró de arriba a abajo a su hija menor. Había criado a los dos hermanos sola, puesto que su marido murió de cáncer a los pocos meses de nacer Maddy.
- Ten cuidado, cariño, y nos llegues tarde. Kate, ¿a qué hora vas a volver tú? - Me preguntó.
- Me dejan hasta las seis, pero no sé si volveré antes. - Respondí.
- Está bien, Maddy, cuando Kate vaya a volver llamáis a Jeremy que os recoja, ¿de acuerdo? - Ordenó Clarissa.
- Sí, mamá. - Contestó Maddy, y le dio un beso en la mejilla.
- ¡Adiós! - Me despedí de la madre de Maddy y nos dirigimos al coche.
Al llamar al ascensor me sorprendió lo mucho que tardaba en llegar y, cuando por fin se abrieron las puertas, mi asombro se convirtió en inquietud al ver al mismo chico con el que me había chocado al entrar a toda prisa en el ascensor.
Cuando su mirada se cruzo con la mía su boca articuló de nuevo esa inquietante sonrisa que me había dedicado antes y, después, un hola.
Aparté la mirada y entré en el ascensor. Ese chico no me daba buena espina. Era alto y atlético, pero tenía la cara llena de extrañas marcas, como si hubiera sido maltratado. Su pelo era negro y enmarañado y sus ojos eran de un frío azul claro... parecían de hielo. 

PRÓLOGO

Nunca me he parado a pensar en mi testamento. A decir verdad, ni siquiera he pensado en qué pasaría cuando muriese. ¿Llorarían por mí? ¿Me echarían de menos?
A veces, las cosas suceden sin más, sin ninguna explicación, simplemente tenían que ocurrir y ya está. Como cuando plantas un puñado de semillas de manera idéntica... algunas de ellas germinan, sin embargo, otras, se quedan enterradas, sin echar raíces, bajo una triste capa de tierra, sin llegar nunca a dar frutos, ni a tener flores.
Eso mismo pasa con la vida, con los que nacemos en el seno de una familia, a veces buena, a veces no tan buena. Nadie sabe con certeza por qué nacemos en una determinada familia y no en otra, ni por qué algunos se quedan huérfanos a una corta edad y otros no, tampoco por qué unos vivimos ochenta años y otros no pasan de los diez,... Nadie entiende qué condiciona esto, que condiciona nuestras vidas; y dudo mucho que alguna vez alguien lo entienda...
La vida es cuestión del azar, o al menos así es, según mi opinión; porque, por mucho que te esfuerces, si te diagnostican un cáncer no vas a conseguir que desaparezca; ni tampoco vas a impedir que un loco se obsesione contigo y acabe acuchillándote en mitad de la calle, ni que el borracho que iba conduciendo por la ciudad a demasiada velocidad, te arrolle...
Si fuera posible controlar todo esto, yo no estaría muerta.

PERSONAJES

Catherine Evans (Kate)



Fecha de nacimiento: 11 de enero de 1995.
Rasgos: Es una chica alta, morena y de ojos verdes. Es simpática, optimista, cariñosa, enamoradiza y alegre, al igual que guapa, aunque a veces resulta demasiado bromista.

William Evans (Will)

Fecha de nacimiento: 24 de septiembre de 1993.
Rasgos: Es el hermano de Kate. Es moreno, con los ojos azules, alto y atlético. Es bromista y a veces es un plasta, pero quiere mucho a su hermana y la cuida. Es guapo y popular, pero la fama no se le ha subido a la cabeza y tiene un gran corazón.

Emily Evans


Fecha de nacimiento: 16 de marzo de 2006
Rasgos: Es la hermana pequeña de Kate y Will. Tiene el pelo marrón oscuro, al igual que los ojos, y siempre está sonriendo. Es graciosa, payasa y alegre, aunque a veces resulta un poco egoísta. Le encantan los peluches.

Scarlett Evans

Fecha de nacimiento: 21 de octubre de 1966.
Rasgos: Es una mujer alta y delgada, morena y con los ojos verdes. Es la madre de Kate, Will y Emily, y es la mujer de Jack. Ama la limpieza y se enfada cuando las cosas están fuera de su sitio pero le encanta darles sorpresas a sus hijos y a su marido.

Jack Evans


Fecha de nacimiento: 18 de marzo de 1963.
Rasgos: Es un hombre alto, fuerte y atlético. Es moreno y de ojos marrones. Adora a pelo y a su mujer, que se lo corta. Es un buen padre, ayuda a sus hijos con los deberes y a su mujer con las tareas de casa. Es el padre de Kate, Will y Emily, y el esposo de Scarlett.

Madeleine Foster (Maddy)

Fecha de nacimiento: 27 de mayo de 1995.
Rasgos: Es una chica diferente, bajita, pelirroja y de ojos azules. Es alegre, optimista y está locamente enamorada de Will. Es la mejor amiga de Kate.

Jeremy Foster (Jemy)



Fecha de nacimiento: 5 de mayo de 1993.
Rasgos: Es un chico alegre, bromista y cariñoso, aunque, como todos los hermanos mayores, a veces resulta muy pesado. Es el hermano de Maddy. Jamás le ha dicho a nadie de quién está enamorado.

Clarissa Foster

 Fecha de nacimiento: 30 de agosto de 1957.
Rasgos: Es una mujer bajita, de pelo y ojos claros. Es muy alegre y simpática. Se preocupa mucho por sus hijos: Jeremy y Maddy.


Jasper Faraday




Fecha de nacimiento: 23 de noviembre de 1980.
Rasgos: Es un chico alto y atlético. Tiene el pelo negro y los ojos azules. Es solitario, agresivo y caprichoso, si no le dan lo que quiere, lo consigue por las malas. Le encantan las chicas de ojos verdes.

Personajes secundarios
Tanya Rosewood: Amiga de Kate y Maddy.
Alexa Winslet: Amiga de Kate y Maddy.
Robin Jackson: Amigo de Kate y Maddy. Novio de Amely.
Amely Lauper: Amiga de Kate y Maddy. Novia de Robin.
Marcus Fitgerald (Mark): Amigo de Kate y Maddy.
John Linus: Amigo de Kate y Maddy.

(Conforme vayan apareciendo personajes a lo largo de la historia los iré añadiendo)